Una mañana –tres años atrás- tocó a mi puerta
un enano. Tomó mi mano y temerosa ante lo desconocido, seguí el impulso de
andar su camino. Juntos, recorrimos largas distancias entre valles y montañas,
sin la menor idea del destino final.
Una mañana, concluyó el viaje. La
antigua ciudad que hoy cumple su 494 aniversario, me abrió sus puertas y me
acogió en su seno. Desde ese instante, inigualables vivencias tocaron mi ser.
Conocí al amor de mi vida, me transforme en la persona firme de hoy y aún así, trato
de seguir creciendo ante los retos que depara el destino en San Cristóbal de La
Habana.
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