Cada 8 de enero los capitalinos y en especial los
cotorrences reviven la histórica experiencia de la entrada triunfal de la Caravana
de la Libertad protagonizada por Fidel Castro y los barbudos del Ejército
Rebelde.
Y aunque pospuesta por las inclemencias del tiempo, esta
acción no deja de ser un acontecimiento que marcó hace 55 años la existencia de
los cubanos.
Sobre la trascendencia y el significado de este acontecimiento
en la vida de algunos de sus protagonistas versan estos breves testimonios.
Manuel
Bustamante Leyva, combatiente del Ejército Rebelde, integrante
de la: Columna No 1 José Martí. Natural de Palma Soriano, Santiago de Cuba.
“Para mí, ser parte de la Caravana después de haber
participado en tantos combates tiene una significación muy grande. Yo salí en
ella, desde el mismo Santiago y tuve la misión de asegurar junto a otros
compañeros, los lugares en los que el Comandante en Jefe Fidel Castro y demás
caravanistas, detendrían el paso.
“A la cervecería Guido Pérez del Cotorro, recuerdo, llegamos
media hora antes que la Caravana, encargándonos de que no existiese ningún inconveniente.
“Reconozco además que en este territorio se nos atendió
muy bien y lo mejor de todo fue, el ser recibidos por un mar de pueblo.”
Federico
Aparicio Fernández, combatiente del Ejército Rebelde, integrante
de la Columna No 1 José Martí,. Natural de Guisa, Granma.
“Me alcé cuando tenía 14 años y participé en varias
acciones combativas como miembro de la columna número 1al lado del comandante
Fidel Castro. Fue una experiencia inolvidable para mí y de la cual estoy sumamente
agradecido.”
Barlahan
Guilarte Labañino, combatiente del Ejército Rebelde, integrante
de la Columna No 18 Antonio López Fernández. Natural de
Guantánamo.
“Verdaderamente para nosotros que éramos guajiros y
analfabetos, ser partícipes del recorrido de la Caravana y donde además
conocimos mejor nuestro país fue tremendo orgullo y más al lado de nuestro
comandante.
“El trayecto fue muy bueno, cordial, y durante el paso
por las provincias recibimos incontables muestras de amor, cariño y respeto.
“Al llegar al Cotorro entramos a la Cervecería Guido
Pérez y el pueblo inundó el lugar. Fue sin dudas un acontecimiento, que marcó
la vida de muchos jóvenes, que como en mi caso, solo teníamos 17 años.”
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