La constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC), el 23 de febrero de 2010, marcó por siempre la existencia de sus
respectivos pueblos.
Su surgimiento[1]
y posteriormente -el 3 de diciembre de 2011- puesta en marcha[2],
dotó a la región de un foro ávido de establecer acciones para profundizar la
integración política, económica, social y cultural de América Latina y el
Caribe, sedimentado en el respeto a la democracia y los derechos humanos.
Hoy, a escasos días de celebrar en La Habana la II Cumbre de Jefes de
Estado o Gobierno (28 y 29 de enero) figuras como Carlos Chacho Álvarez, Secretario general de la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi), insisten en la
importancia estratégica y decisiva de este encuentro para la región.
La cita, sin lugar a dudas, se sostiene como esencial para la
solidificación del tan anhelado sueño integracionista, en medio de un mundo
cada vez más multipolar, bajo los efectos de la crisis económica y financiera
global del capitalismo que afecta a todos los sectores y países, con especial
fuerza sobre el empleo, la alimentación, la energía, el medio ambiente, la
salud, la educación y la seguridad social.
Por ende, se hace más evidente que nuestras naciones consoliden una
alianza que reconozca la necesidad del respeto a la diversidad de opiniones y dé
respaldo, tal cual afirma el Doctor Sergio Guerra Vilaboy, historiador, investigador
y Profesor Titular en entrevista al periódico Granma.
Y aunque la edificación de América Latina y el Caribe como una comunidad
es una tarea de enorme envergadura histórico-política, la integración regional es
ya -a mi criterio- una realidad, y la existencia de CARICOM, MERCOSUR, UNASUR,
ALBA y la propia CELAC, lo valida.
Claro está, los desafíos latentes en el presente y los del futuro aún son
considerables. No obstante, las ansias de unidad predominante entre los
gobiernos de izquierda latinoamericanistas y los progresistas aterrizados en el
momento que vivimos, el sendero marcado por Hugo Chávez y la Revolución
Bolivariana así como el apoyo popular que de seguro continuará en aumento, son
solo algunos de los argumentos de que la concreción exacta de este sueño es
posible.
[1] En
ocasión de la celebración de la Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe en Rivera Maya, México
[2] Durante
la Cumbre de Caracas, en el marco de la III
Cumbre de América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC) y la
XXII Cumbre del Mecanismo Permanente de Consulta y Concertación Política
– Grupo de Río – culminando el proceso
de convergencia entre ambas entidades.
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